Semillas que germinan: Relato de mi ser escritora.

Esta semana asistí a un evento, que podría sonar como algo meramente social: el lanzamiento de la tercera publicación de mi colega y amigo Fernando Véliz “Organizaciones Vivas”.  ¡Y no fue así! Tanto seria lo relevante para mi, que fui también el día anterior. ¡Al parecer, no me lo quería perder!

Él es un escritor estudioso, que ha aportado mucho en la construcción de organizaciones hoy. Organizaciones con sentido, organizaciones humanas, organizaciones inclusivas, abiertas, democráticas. Su regalo a la humanidad no solo está siendo colectivo, sino también personal. Sembró una semilla en mí como escritora. Me trajo el amor por los relatos, por las narrativas, historias que cuando las hacemos orales, se pueden quedar encapsuladas en lo anecdótico y se las lleva el viento. 

Alrededor de 15 años atrás, trabajábamos en la misma institución, con responsabilidades diferentes, y con intereses comunes: enamorados de elaborar conversaciones exquisitas que alimentaban nuestro imaginario y el modo de inventar el mundo. Con su espíritu curioso, en los cafecitos de las mañanas, no perdía ocasión para interrogarme sobre mi versión de la historia del coaching ontológico, de la formación de la escuela, de los personajes que la habitaban, sobre mis aprendizajes, etc. 

En esos diálogos dulces, que se fueron construyendo como colmenas de un panal, Fernando me inquirió a escribir esos relatos, de plasmar las palabras en sellos que quedaran, y se compartieran más allá de la relación personal. 

Mi pasión por la escritura comienza de muy joven. Eran las cartas, que me deleitaba al escribirlas y de imaginarme las reacciones del otro lado, de quienes las leían o escuchaban. Tempranamente sentí la necesidad de difundir algunos pensamientos a través de artículos en diarios y revistas, como parte de mi manera de estar en el mundo, colocando mi pensamiento especialmente desde mi ser mujer, más allá de lo epistolar cotidiano familiar.

Desde la práctica del coaching y con tan buena compañía y estímulo, comencé a colaborar con los “papers” de la Escuela de Coaching donde contribuía en la formación profesional de coaches. Comenzó a aparecer esa magia “merlinezca” de la amalgama de unir la teoría y la práctica. Mis dedos se movían en el teclado como si tuvieran cerebro propio. 

Publiqué mi primer libro en plena pandemia, y como diría mi padre “no hay mal que por bien no venga”. La inspiración y la constancia me la regaló la naturaleza, con vista al campo de la zona central chilena, en presencia de los miles de pájaros que volvieron a su hábitat natural, a los centenares de conejos que agujerearon la tierra, al ver como se reproducían las verduras en mi invernadero, tocando día a día el ciclo de la vida. 

Hoy estoy celebrando el comenzar a diseñar mi segundo libro que contendrá reflexiones de lo que es vivir en esta era de la “AI“ perteneciendo a la generación de 70 y más.  

¡Gracias Fernando por hacerme parte de esta constelación de escritores y escritoras!

Santiago, Mayo 2023

Anita Torres, coach senior.

Pamela Zahler