Relaciones intergeneracionales: Tejidos con derecho y revés

Este entramado intergeneracional se va haciendo multicolor en la medida que vamos viviendo más, se transforma en un tema emergente y urgente a ponerle atención. Ya en el artículo anterior, planteo la inquietud de ir tomando consciencia del modo de vida a que nos ha llevado esta nueva era de separación, individualismo y nuclearización de las familias, con la consecuente desarticulación de ellas, y de la ausencia de convivencia entre generaciones y por ende un empobrecimiento de este intercambio.   

Recientemente se celebró el día del padre, que aunque bien mercantilizado está, nos permite encontrarnos familiarmente. Lo podríamos mirar optimistamente como esa necesidad humana de tener ritos e hitos que marcan ritmos o personas. En nuestro caso, coincidió esta celebración de la paternidad de mis dos hijos, con la fecha de la muerte de mi padre hace mas de 20 años y "coincidentemente", en la misma fecha, la de mi madre hace 4. Ambos estuvieron con sus dichos y costumbres traspasando todas las generaciones presentes. 

Mi nieta menor Violeta (3), le hizo un dibujo a papá, y le cantó "cumpleaños feliz", siendo ésta expresión su mayor cercanía con celebrar. ¡Nos morimos de la ternura!. Mi hija entre millenial y generación X, encargó unas ricas lasañas, cosa que ya es cotidiano entre sus coetáneos. No me imagino a mi madre, ni mi abuela, encargando comida hecha por otras manos que no fueran las propias. Era parte de apapachar a sus seres queridos, muchas veces no sabiendo hacerlo de otra manera. 

Hoy es la conversación, el abrazarnos, el compartir todos en una misma mesa, aunque a ratos se transforme en caos. Aprovechar cada instante e instancia para interactuar y re-conocernos en este fluir de la vida que a veces nos hace correr detrás de ella. Martín, mi nieto mayor, trabajaba, después de nuestro banquete de pastas, en su facsímil de geometría, entrenamiento para dar su examen y lograr entrar a la universidad. Frente a las preguntas de algunos de los presentes, al tratar de enseñarnos, tuvo que aclarar los conceptos y nosotros poner mucha atención. Terminamos haciendo trabajo en equipo.  Lo hacía desde un lugar precioso, de aprendiz y de seguridad a la vez. Contento de que nos interesara algo tan "aburrido" como hacer un facsímil de geometría. Me sorprendí, dándome cuenta que me encanta la geometría, cosa que en mi adolescencia aborrecí. 

Mi hijo Andrés, nos compartió una experiencia que tuvo con su hijo Clemente, de 10 años. Ese día en la mañana fueron a una librería, y él se acordó que su abuela (yo) había "hecho" un libro, y deciden preguntar si está a la venta en ese negocio. Al mostrárselo y verlo en exhibición, apareció una expresión de admiración en su carita, y lo que logró articular fue ¡"Qué bacán"!. Cada vivencia que implique acercamiento, emociones de empatía, reconocimiento, ternura… nos acerca más los unos a los otros. 

El hacer de cada espacio de estar junto con otras generaciones un "punto de corrido", con conciencia del encuentro, donde cada uno/a puede tener un pensar distinto, que le pasan cosas similares y diferentes a las que le pasan a padres, tías, abuelas y no hay juicio. Donde todos y todas nos sintamos vistos y escuchados, recién ahí podemos comenzar a decir, es un tejido con "derecho y con revés". 

Pamela Zahler