Los cambios en los ciclos de vida y el impacto intergeneracional

 
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Como somos parte de la naturaleza, somos ciclos. Todo lo que miremos en nuestro estar, andar o ser, son ciclos. Las células nacen, mueren y vuelven a nacer. La historia nos enseña que los ciclos de la vida no son lineales. Una nueva generación puede sentir, pensar y actuar de una forma diferente a la anterior y protagonizar desplazamientos en los ciclos de la vida ¿Pero son estos cambios una forma de crecimiento de la humanidad?

En este artículo analizaremos algunos fenómenos actuales vinculados a la sexualidad, la paternidad o maternidad y la familia para ver cómo influyen en la sociedad. Esto nos ayudará a cultivar una mirada más amplia, inclusiva y diversa para el ejercicio del coaching que propicie un encuentro intergeneracional.

 
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La historia del continuo

Los desplazamientos en los ciclos de la vida siguen una dinámica de espiral, un movimiento primordial de la psicología transpersonal y la base de la práctica transformacional que reinterpreta la teoría de los centros energéticos o chakras del budismo. En la naturaleza la arquitectura del espiral es sinónimo de crecimiento. Los caracoles, girasoles y piñas de los árboles avanzan de esa forma ¿Pero, podríamos decir que la humanidad también evoluciona en espiral?

Los ciclos de la vida empezaron siendo analizados desde la biología, luego por la psicología y más tarde desde lo físico, lo cognitivo y lo relacional incluyendo el vínculo con la herencia, el medio ambiente y la cultura. Con el tiempo se sumaron otras miradas. Por ejemplo, la ayurvédica, aquella de los septenios de Rudolf Steiner, que trabaja desde la antroposofía y la maduración física, anímica y espiritual. La ciencia no suele mencionar a la ayurvédica, pero necesitamos acudir también a los bordes porque son parte de nuestra sabiduría acumulada.

Al analizar la historia reciente de la humanidad notamos algunos desplazamientos evidentes en los ciclos de la vida:

  • La esperanza de vida aumentó 20 años en las últimas 4 décadas.

  • La procreación, la adolescencia y la familia están en conflicto.

  • Los roles y expectativas cambiaron.

 
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Crecimiento en debate

Un ejemplo claro del movimiento de los ciclos de la vida actual es la temprana iniciación sexual en la adolescencia que le ha pillado los talones a la educación formal y familiar, escasa aún en recursos pedagógicos. La falta de educación sexual ha derivado en la maternidad y paternidad adolescente que viene en bajada en Chile gracias a las campañas de uso de anticonceptivos y preservativos, pero preocupa por sus consecuencias en la salud.

La educación sexual aún está en deuda. Un informe de la Organización para las Naciones Unidas (ONU) para Latinoamérica y el Caribe afirma que un tercio de los nuevos contagios de SIDA son de adolescentes.

Si bien es cierto que en la época de mi abuela las familias casaban a las mujeres a los 13 años y tenían hijos a los 15, aquí el foco está orientado más bien a explorar la sexualidad y no necesariamente a formar una familia. En la exploración suelen ocurrir la mayoría de los embarazos y es incierto cuántos de ellos son deseados. No existen datos formales de los abortos realizados, pues en Chile, esta práctica es ilegal.

Quienes hacen frente a los mayores costos de un embarazo adolescente son las mujeres jóvenes. Aproximadamente la mitad de las embarazadas abandona los estudios formales. La mayoría son pobres y no cuentan con el apoyo de sus parejas, familias o del Estado.

En la maternidad prematura se suele delegar el cuidado del bebé a la familia de origen. Son pocas las parejas que dejan de estudiar para trabajar y costear los gastos de la crianza. Cuando lo hacen frenan sus anhelos de tener una carrera.

 
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Saltar el ciclo

Otro desplazamiento notable en la actualidad es el surgimiento de la Generación Canguro, donde cada vez más jóvenes eligen quedarse en la casa de la familia de origen y depender de sus progenitores. En mi generación salíamos de la enseñanza media a los 16 años. Elegíamos una carrera y a los 5 años la terminábamos. Hoy la enseñanza media concluye a los 18 años desplazando los ciclos de la vida.

Durante un estudio realizado en Chile en 2016 le preguntaron a la Generación Canguro —el 23% eran millennial— qué hitos definen el paso a la adultez. Más de la mitad contestó que era empezar a trabajar, luego formar una familia y en tercer lugar, mudarse fuera de la casa de los padres.

Los desplazamientos en los ciclos de la vida no se dan solo en la adolescencia y la adultez joven. El protagonismo infantil aumentó respecto a las generaciones anteriores. Hoy las familias forman niños y niñas con opinión y mayor reflexión. Tienen más voz, lo que no necesariamente significa un signo de madurez.

Ese fenómeno fue acompañado por una sobreprotección: darles el gusto a cada demanda, blindarlos exageradamente de frustraciones y confundir complacencia con amor. Cuando sobreprotegemos impedimos que el otro crezca y madure. Estamos criando un grupo denominado «los niños tiranos», donde la vida familiar y sus decisiones trastocan las dinámicas familiares y su propio desarrollo.

Ser claro en la velocidad

La cultura aún no es capaz de incorporar la velocidad de los desplazamientos en los ciclos de la vida de la humanidad. Y eso aplica al género, que también evoluciona. Cada generación tiene una mirada distinta respecto a la evolución del género. Como coaches requerimos entender estos movimientos, comprender su historia, cómo se han constituido y cuáles son sus vibraciones hoy. Así podemos propiciar un encuentro intergeneracional donde triunfe el respeto, la equidad y la diversidad.

 
 
 

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Walter Giu