La ilusión de llegar a las olimpíadas… ¿A cualquier costo?
La cultura del éxito y la competencia
Qué bello es poder disfrutar de los/las mejores deportistas del mundo, en sus demostraciones de sus máximas destrezas físicas. Eso es lo que esperamos y nos pegamos a la pantalla de chicos a grandes para verles!!
Imaginamos que es el resultado de un trabajo duro, y hasta ahí llega nuestra reflexión. Simone Biles nos trajo un pensamiento más profundo. Abre el espacio del autorespeto por el cuerpo y el autocuidado de la salud mental al retirarse de la competencia.
Simone Biles, gimnasta olímpica, de Estados Unidos, 24 años. Da sus primeros saltos a sus tempranos 6 años y los entrenamientos a los 8. Su primera competencia la hizo a los 14, estudiando en casa para poder entrenar. Se le denominaba “superhumana”, apodo que la conquistó.
¿Es un camino admirable digno de imitar?
Después de múltiples éxitos, cuando llega a la cima en estas olimpiadas como broche de oro decide no hacerlo y acompañar al equipo desde fuera. Sin duda que no debe haber sido fácil, dada la culpa expresada por sentir que los defraudaba. Pero algo más grande la guió a tomar esta decisión.
“Creo que estamos demasiados estresadas. Deberíamos estar divirtiéndonos, pero ese no es el caso”.
La competencia, el logro, el éxito, la adrenalina, ¿es suficiente para exigir esos cuerpos al extremo? ¿De tener que vivir tempranamente situaciones de estrés máximos? ¿De dejar de disfrutar la vida de niños y de adolescentes, teniendo que asumir responsabilidades de adultos?. ¿Qué le estamos robando a esos seres humanos por seguir una tradición “olímpica”? ¿Por dar un espectáculo “de excelencia y perfección”?
“Mente sana en cuerpo sano” era la frase de los griegos, haciendo un culto al cuerpo, al ejercicio físico y su relación con la sanidad mental.
¿Será lo que estamos viendo hoy, lo que los griegos querían dejar como legado?
Gracias Simone, mujer joven, que nos regalas la consciencia del autocuidado y el disfrute, que muchas veces olvidamos e incluso alentamos a nuestros hijos en el logro a cualquier costo, sin darnos cuenta de los mandatos de esta cultura del “éxito”.