Aprendiendo en comunidad: Laboratorio de Coaching para coaches

Durante el mes de Agosto hemos estado realizando una actividad colectiva para coaches, con el fin de tener un espacio de reflexión sobre dudas, actualizaciones, reflexiones, quiebres que estén teniendo en sus prácticas tanto individuales como en grupo. Lo denominé “laboratorio de coaching para coaches”. El plan original era enfocarnos en cada “caso” que trajeran los y las participantes, analizarlos, disectarlos, mirar sus partes, rearmalos, reinterpretarlos en conjunto.  Algo de eso hemos estado haciendo, mas no ha resultado ser el centro de las reflexiones.  

Lo más relevante desde mi perspectiva, ha sido el encuentro en comunidad. La práctica del coaching es bastante solitaria, y estamos necesitando espacios de encuentros íntimos  donde podamos expandirnos, tanto respecto de la disciplina misma como de nuestro ser siendo coach y muy especialmente nuestro ser siendo. Esta experiencia, vuelve a poner de manifiesto la necesidad de encontrarnos, conversar, transformarnos juntos. Construir espacios de confianza donde todo cabe, desde una escucha reverencial, sin juicios críticos tanto de las personas, como de las temáticas o preguntas que surgen. 

Desde el comienzo, al preguntar que esperaban de esta actividad, aparecieron palabras como: experimentar, recibir, comunidad, tribu, crear puentes y en segundo lugar aparecieron expectativas de abordar algunos temas emergentes tales como la multiplicidad de identidades sexuales, violencia, suicidio, jubilación, maternidad de hijo con cáncer, bulimia y trastornos alimentarios… 

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Como la vida es muy sincrónica, al tratar uno de los temas, resultó no solo ser una experiencia de coaching, sino que una experiencia de vida de 3 de los integrantes del grupo. La conversación pasó de preguntarnos cómo abordar el tema, a experimentar en primera persona, el dolor de ser parte del quiebre.

Inauguramos la emoción de la compasión desde el inicio. Desde nuestra perspectiva occidental este término nos lleva a diferentes caminos. Con-pasión, leído como “estoy con tu dolor”, sintonizo con él, requiriendo ser muy conscientes de no caer en la “lástima” o la “fusión” por mi semejante. Desde el Budismo la compasión es liberación, es el deseo que los demás estén libres de sufrimiento. Lo que no significa que no exista dolor. Ambos se dejaron ver.

La espiritualidad se hizo presente asociada a la conexión con otros y otras: “cada persona es un pedazo de Dios, lo que nos lleva a la curiosidad, al asombro y la humildad”, dice una de las participantes;  “Es necesario echar el cuerpo hacia atrás, para darle paso a la contemplación y al silencio”, agrega otra. Y la conversación siguió hasta que se visibiliza la “presencia”, “estar presente” en plenitud con todo nuestro ser y nuestra humanidad. 

Vuelven a surgir temas que nos desafían como el aborto, la violencia contra las mujeres y el abuso sexual en la niñez, el acompañamiento a padres y madres con hijos e hijas gays y lesbianas y también el acompañamiento a adolescentes. La necesidad de saber un poco más de este mundo líquido que se nos escurre por entre los dedos y que intentamos vanamente llevarlo a un molde. Distinciones como el “respeto” aparece como gravitacional, la capacidad de construirlo y de “escucharnos”. 

El “acuerdo de coaching”, estuvo asomando la nariz cada tanto, abriendo la puerta en la cuarta sesión, donde adquirió una presencia importante, cediendo el protagonismo del coach hacia el coachee. Se materializa el “acompañar”, donde el coachee le pone nombre a sus descubrimientos, a sus “darse cuenta”, así como las palabras que le ayudarán a sostener en la recurrencia sus aprendizajes. 

Nada siguió siendo casual, y otro tema que nos unió al llegar a la cuarta sesión fue el “duelo”. Era raro que no apareciera pues estamos en período de cambio. Dejando lo antiguo a nivel planetario, teniendo que aprender y adecuarnos a lo nuevo que se manifiesta minuto a minuto. Y como el sistema está compuesto por sus partes, cuatro de los y las participantes trajeron sus duelos sincrónicamente: dejar un trabajo de mas de 20 años; dejar ir a un socio, representado como la vivencia de la “viudez”; el cierre de un emprendimiento en tiempos de pandemia; el cuidado a una madre que día a día está menos presente, y por último el epílogo de este espacio de reflexión ( al que dimos voluntariamente una semanita más). Confluimos en la aceptación. 

Cierro este recorrido con algunas frases de las/los participantes:

“¡Amo a los adolescentes!” “Tiempo de guardarme, de hibernar y de habitar la aceptación“; “Preparamos el alma”; “Importancia de los ritos” y respecto de su ser coach: “acompañamiento de aprendizaje”, “siempre en un proceso”, “proceso de acompañamiento”, “la recurrencia para que el coachee sostenga el aprendizaje”, “ampliando la mirada”…

 Nos queda una última sesión, con ritual de despedida. 

Y les dejo invitación a una nueva versión de Laboratorio de Coaching para coaches, que se realizará el primer martes de Octubre del 2021.


María Pinto, 30 de agosto, 2021

Ana María Torres

Coach senior

www.anamariatorres.com

Pamela Zahler