La convivencia generacional
Aunque las distintas generaciones tienen sus especificidades, hay ocasiones en que pueden convivir y fusionarse en una constelación cotidiana. Sin embargo, esto no ocurre con frecuencia. ¿Será que para que tenga lugar necesitamos un bien mayor? ¿Un sentido compartido? ¿Algo que cuidar en conjunto?
Los desafíos de esta convivencia generacional se relacionan, principalmente, con problemas de códigos de comunicación entre los miembros de las distintas generaciones. Al mismo tiempo, cada una de ellas aporta aspectos tan ricos como diversos.
En este sentido, ¿de qué manera le podremos sacar brillo a esta diversidad? En esta época inquieta, nos enfrentamos al desafío de ampliar la mirada más allá de nuestra propia verdad.
Diversidad de generaciones
Hoy en día, conviven al mismo tiempo un total de seis generaciones:
Generación Silenciosa
Generación Baby boomer
Generación X
Generación Millennial
Generación Z o Centennial
Generación Alfa
La generación silenciosa parte de mediados del siglo xx y es la generación de las bisabuelas. Había que trabajar «callados» porque se tenía que salir adelante. Fue una generación dura y sacrificada.
La generación baby boomer, de la cual soy parte, vivió su juventud en los años setenta. Es una generación poderosa y expansiva que vibró con los idealismos y sufrió con sus derrumbes.
La generación X es la de los hijos e hijas de la generación baby boomer. Una generación influida por los primeros divorcios de sus padres, lo bueno y lo no tan bueno de las familias ampliadas, así como por sus desmembramientos.
La generación millennial son los jóvenes de hoy. Son inconformistas, exigentes, cómodos, autorreferentes, dispuestos al coworking, a trabajar en lo que les gusta, a crear y a gozar, y muchas veces optan por esto antes que el deber.
La generación Z o centennial es la de mis nietos adolescentes. Son nativos digitales junto con la generación millennial. Todavía tenemos poca prospección, pero les va a tocar el cambio total.
La generación alfa es la más reciente, sus miembros tienen siete u ocho años y es considerada como la primera generación puramente nativa digital.
Estas seis generaciones, como ya podremos profundizar en un próximo artículo, son muy distintas entre sí, y es evidente que, a pesar de las buenas intenciones, pueden entrar en conflicto. Echemos un vistazo a los retos a los que nos enfrentamos en esta convivencia.
Desafíos de la convivencia generacional
Las características propias de esta época impactan de manera directa y profunda en la relación entre las generaciones. La longevidad torna indispensable que podamos incorporar la diversidad a cada aspecto de nuestra cotidianeidad. En este sentido, la inmediatez, el ritmo agitado y el estrés que resulta del actual modo de vida provocan la incomprensión que se percibe entre las distintas personas.
Para poder visualizar los conflictos que estos desafíos nos presentan, podemos pensar, por ejemplo, en los miembros de la generación de los baby boomers, cuando se sienten que quedan fuera de las conversaciones de los más jóvenes, o bien en los de la generación millennial, descontentos con los parámetros que ha intentado mantener la generación baby boomer, debido a su propio contexto educativo y social.
Los desafíos más destacados parecen ser los siguientes:
Dificultades de comunicación
Incomprensión
Multiplicidad de estímulos
Las dificultades de comunicación constituyen un conflicto frecuente y para nada novedoso, aunque pienso que ha habido una evolución al respecto. La innovación y la necesidad de incorporar nuevas dimensiones del saber en todo ámbito han generado un ritmo distinto. El posmodernismo ha impulsado una cierta competencia entre lo establecido y lo nuevo, una batalla que va ganando este último. Vivimos en una cultura donde se privilegia la juventud. Esta cultura de lo joven no conversa con la experiencia o con los distintos estadios del desarrollo humano.
Cuando hablamos del desafío comunicacional, hay un trasfondo que trastoca el espacio en el que se relacionan las distintas generaciones. Cuando una generación está por encima de otra, o se le da demasiada importancia, las otras tienden a desaparecer o pierden valor. Esto ocurre tanto en las organizaciones como en las familias.
En cuanto a la incomprensión, esta tiene lugar por ausencia de conexión. La posmodernidad se ha caracterizado por privilegiar lo externo dejando de lado los sentimientos. El desafío es poner los temas arriba de la mesa y tomar consciencia de que hay elementos como un lenguaje particular, contextos ambientales, objetos como los teléfonos o las tablets que pueden interferir a la hora de comunicarnos.
¿Cuál es el desafío generacional en este punto? Para la juventud, la desconexión para conectarse, y a los/las más viejitos/as, mirarnos como sistema. Que todos aportamos e importamos para asi tender puentes.Y ambos deben poner energía, atención e intención en la comunicación intergeneracional. La clave está en tomar conciencia de que nos influimos los unos a los otros y de que «no soy yo sin ti», y viceversa.
Asimismo, las personas vivimos la multiplicidad de estímulos de maneras muy diversas. Las generaciones se encuentran traspasadas por los avances tecnológicos. Tradicionalmente, cuando la generación baby boomer necesitaba saber algo, iba al diario, al libro o al paper.
Hoy buscamos en internet y nos aparece una inmensa gama de posibilidades que puede provocar tanta apertura como angustia. Tal es el cúmulo de información, tanto lo que nos ofrece el mundo, que necesitamos saber priorizar y focalizar. De lo contrario nos perdemos.
La información es relevante en la medida que no perdamos el sentido de adquirir conocimiento y sabiduría. Traigo la frase célebre de T.S. Elliot que nos desafía a reflexionar: ¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento? ¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en la información?
Este escenario actual nos conduce a la necesidad de nadar en la paradoja del desenfoque y el enfoque al mismo tiempo. Necesitamos perdernos en el mundo de la información para después encontrar lo que es esencial para nosotros. Asimismo, cuando nos podamos unir de corazón a corazón, cuando compartamos nuestra experiencia de vida más allá de las diferencias, podremos dar lugar a la emergencia de la conexión verdadera entre generaciones.
En tanto coaches, conocer sobre las características que diferencian a una generación de otra nos puede dar herramientas para acompañar a nuestros coachees desde la comprensión de su pertenencia generacional.