El mapa de los ciclos de vida que destraba la complejidad
La vida tiene linealidad: nacemos, vivimos y morimos. En el medio cumplimos con ciclos. El crecimiento es inevitable, tal como el avance de la conciencia sobre qué ser vamos siendo. Pero no todas las personas maduran de igual forma. A la vez estamos constituidos por dimensiones no lineales: el subconsciente y el mundo de los sueños, por ejemplo, donde no hay principio ni fin sino circularidad. Frente a esta complejidad analizaremos cómo construir mapas de ciclos de vida con clasificaciones que orientarán una mirada integral del otro para empatizar y acompañar mientras develamos el misterio de la existencia.
Para ampliar la comprensión
En la historia de la humanidad los ciclos de vida se han clasificado y categorizado para distintos fines. En un momento se establecieron estándares de salud mental o física para diseñar políticas sanitarias. Más adelante se crearon como parámetros para ordenar la educación. La caracterización incluso ayudó a entender nuestra evolución como especie. En coaching nos apoyaremos en las clasificaciones gestadas por la ciencia del desarrollo humano que distingue tres ámbitos principales:
Percepción sensorial: desarrollo físico.
Construcción de relaciones sociales: desarrollo psicosocial - emoción/relación.
Aprendizaje: desarrollo cognitivo – lenguaje.
Además, nos servirá echar mano al concepto de contínuum de madurez de Stephen Covey que distingue tres estadios del desarrollo humano:
Dependencia
Independencia
Interdependencia
Mandatos de épocas
La dependencia es un estado natural que podemos trasladar a cualquier ámbito de la vida. Está basado en el paradigma del Tú: “Tú cuidas de mí”, “Tú haces o no lo que debes hacer por mí” o “Yo te culpo a ti por los resultados”. Son patrones reconocibles en la vida adulta. Por ejemplo, cuando generamos relaciones simbióticas con nuestras parejas, amigos o amigas.
La independencia coincide, pero no es exclusiva, de la adolescencia, donde muchas veces es necesario pelear contra lo establecido para llegar a la conquista personal. Es el paradigma del Yo: “Yo puedo hacerlo”, “Yo soy responsable” o “Yo me basto a mí mismo”. Necesitamos pasar por este estadio y si no lo vivenciamos probablemente será muy difícil generar relaciones paritarias y respetuosas.
La interdependencia es el reconocimiento de que cada persona es parte de un ecosistema. Es el paradigma del Nosotros: “Nosotros lo lograremos”, “Nosotros cooperaremos” o “Nosotros combinamos nuestros talentos”. Coincide con la madurez, pero no necesariamente llega con los años. Tiene que ver con nuestra historia de vida, nuestras relaciones desde pequeños y nuestros quiebres.
Esta síntesis nos sirve para observar las distintas etapas de la madurez que podría experimentar cada ser humano dependiendo de factores como la edad, biología, psicología y desarrollo de su ser. No todos los seres humanos maduran de igual forma, pero los rangos dan holgura para su interpretación.
¿Cuál es la etapa clave?
Como coach ontológica entiendo la importancia que se asienta en los primeros siete años de vida validando al mismo tiempo todos y cada uno de los ciclos que suponen sus propios desafíos respecto a las tareas que se deben desarrollar y traspasar.
Si bien quienes hacemos coaching ontológico nos ocupa el presente del/la coachee no podemos comprenderlo sin entrar en su historia personal. Por eso indagamos en su aprendizaje y exploramos su biografía. Allí podemos distinguir al menos 5 historias que influyen en la persona en ese momento:
Su historia de aprendizaje en la primera y segunda infancia hasta los siete años aproximadamente.
Su historia cultural: género, país e idioma.
Su historia familiar.
Su historia personal.
La historia del quiebre presente.
Tic-tac
En la ciencia del desarrollo humano persiste la idea de cumplir con las secuenciales etapas de la vida. El filósofo Sam Keen utilizó la metáfora de la creencia de lo que es nuestra existencia:
“Es como acercarse a una meta o subir una montaña, y que habrá un momento en que llegaremos allí, al final y estaremos completos, perfectos, terminados”. La realidad es que estamos permanentemente en camino de lo perfectible.
A la idea de estar en construcción podemos sumarle la de que existen expectativas para cada etapa. Ricardo Zapata habla de un reloj social como metáfora de una “edad apropiada” para realizar ciertas tareas, especialmente las vinculadas a las relaciones y al trabajo. El “reloj” varía dependiendo de la cultura y de la época. Lo que también es común a los estudios del desarrollo humano es la noción de que la madurez marca un crecimiento psicológico que compensa el debilitamiento biológico. Esto puede ser una invitación e incentivo para cultivar la sabiduría.
Hacia un poder ser
Las clasificaciones de los ciclos de vida están influidas por la cultura y los desarrollos tecnológicos que afectan el crecimiento físico, psicológico y relacional modificando la forma en que vivimos. Sabemos que el exceso de individualismo se está transformando en soledad y que la dependencia afectiva está matando la dignidad, entre otros fenómenos actuales.
A partir de lo ocurrido con el covid-19 transitamos nuevas maneras de relacionarnos, trabajar y socializar sin tener aún una proyección de cómo cambiará nuestro ser en su más amplio sentido. Por eso es momento como coaches de ampliar la mirada sobre lo que podemos estar siendo en determinados ciclos de la vida para alcanzar una empatía con el/la coach y a develar poco a poco ese misterio de nuestra existencia.