El comienzo de un nuevo camino: reflexiones sobre la generación Baby Boomer
Cuando hablamos de las Personas Mayores estamos incorporando un espectro diverso y amplio de la población. Se considera personas mayores a partir de los 60 para las mujeres o 65 años para los hombres. Aquí es importante destacar que así como las mujeres tienen un peor envejecimiento que los hombres, vivimos mas tiempo, con una calidad y standard de vida más pobre. Esto en general, según estadísticas médicas donde se da cuenta de la cantidad de medicamentos que consumen uno u otro género. Complementadas con datos económicos, que las/los mas pobres y vulnerables son principalmente las mujeres ancianas (feminización de la pobreza). Nos sirve mirar la tendencia y tomar perspectiva, así como también nos puede confundir frente a las necesidades y aportes de éste grupo de la población, que hoy constituyen el 12% de las y los chilenas y chilenos, cifra que va en aumento progresivo, estimándose que para el 2050, 1 de cada 4 personas será una persona mayor con 65 o mas años.
Haciendo una segregación por edad dentro de este grupo, no es lo mismo tener 60-65 que tener 80-85. Intereses, miradas del mundo, actividad física, emprendimientos, son muy distintos tanto en un nivel como en el otro, por lo que debemos hacer algunas distinciones. Es justamente entre estos dos parámetros que está la generación que se le ha llamado Baby Boomer, que hoy está entre los (55) 60 y (75) 80 años.
Pertenezco a esta generación baby boomer, mujer chilena, nacida a finales de la década del 40, a pocos años de terminada la Segunda Guerra Mundial. Provengo de una familia de clase media, protegida de Santiago centro. La asomada al mundo más allá de mi barrio fue durante mi vida universitaria, cuando a mis 18 años (1968) me arroyó una ola de pasiones e intereses sin deslindes. Una explosión de cambios y nuevas maneras de mirar el mundo. Surgieron múltiples ideologías todas comprometidas con un mundo mejor y más justo. Para mí, esta responsabilidad social iba acompañada con mi lado juvenil, mi fanatismo por Los Beatles, el baile y mi anhelo de libertad. Me declaraba una hippie algo sui géneris, pues no me daba permisos más allá de las normas.
Soy de la generación que tuvo la oportunidad de ir a la universidad semi gratuita y gratuita para aquellos que no tenían cómo financiarlas. Soy parte de la generación de los éxodos y exilios con sus luces y sombras: arraigos y desarraigos, estudios y especializaciones de la mano de re-invenciones y trabajos “en cualquier cosa para sobrevivir”.
A mi generación (latina) le ha tocado vivir hitos relevantes que nos han marcado a fuego el alma, como los socialismos, las dictaduras, los estatismo y la caída de todos ellos llegando a un neo liberalismo que no cura heridas y genera con cada suspiro del planeta resentimientos por distancias en aumento entre ricos y pobres.
Me siento privilegiada de ser parte de una generación que marcó una era de compromiso social, que persiste hasta hoy. Una generación poderosa, expansiva, que vibra, que sabe de ilusión y de desilusión, de distinguir entre el enamoramiento y el amor que perdura.
Me siento interpretada por tantas mujeres y hombres que pasan el umbral de lo que la sociedad a estipulado como el momento del “retiro”, sintiéndose llenos de vitalidad, con buena salud, y con ganas de aportar y servir a otros en cualquier espacio social y económico haciéndole honor a lo que aprendimos como generación. Los y las que queremos dejarle un legado a nuestro nietos y bisnietos no nos vamos a ir a la mecedora a esperar que la vida pase.
Como generación baby boomer, tenemos la posibilidad de modelar una manera diferente de envejecer. Hacer uso de la resiliencia y la plasticidad que nos ha traído nuestras vivencias personales e históricas. Ejercer un envejecer activo y propositivo, diferente a la marginalidad y exclusión a la que la modernidad nos impulsa. Para ello necesitamos estar muy conscientes cuando caemos en la fragilidad y debilidad que la cultura de la eterna juventud nos ha adjudicado como característica. Develar los viejismos de “esto no es para ti”, sin preguntarnos y poder decidir autónomamente. De “cuidado, no te vayas a caer”, aceptando la sobreprotección infantilizadora disfrazado de amor y cuidado, por nombrar algunas.
A mis 72 años he escrito un libro sobre la cultura, mirada desde género, las generaciones y los ciclos de la vida. Pensé que era el fin de un camino de estudio y trabajo como coach. Y cada día me sorprendo al vislumbrarlo, más bien, como el comienzo de un nuevo camino.
Ana María Torres
María Pinto, 19 de Octubre, 2021.
Parte de este artículo está basado en el Cap. 9: “Sistema de Generaciones” del libro de mi autoría “Ampliando la mirada cultural del Coaching: Género, Generaciones y Ciclos de Vida”. Santiago de Chile, 2021.