Celebrando el día del /la Coach
Hace 31 años que me certifiqué como coach y desde no hace mucho que tenemos un onomástico donde celebramos "nuestro día". Ya hay masa crítica para que esto suceda, y esto me enorgullece tremendamente.
Ser coach para mí ha sido la conexión profunda, de alma a alma con tantos coachees que he tenido el privilegio de acompañar. En esta profesión encontré un camino para darle sentido a mi vida y a encontrar mi misión: de conectar con otros y otras en sus caminos de transformación. Descubrí a su vez lo bello de aprender a aprender, de transmitir cada distinción que iba incorporando .
Me formé como coach ontológica, y al poco andar me di cuenta que era solo un comienzo. Se me quedaban cortas las palabras, las emociones, los movimientos, lo aprendido para abrazar toda la humanidad que traían mis coachees, mis alumnos y alumnas. Se activó en mí la curiosidad, comenzando por abrirme a las preguntas más que a las respuestas y a aceptar que necesitaba salir de mi caja conocida y explorar otros dominios del conocimiento.
Lo primero que me motivó fue aprender de nuestros dolores físicos y su asociación con nuestro modo de vida, con nuestro emocionar, con nuestros pensamientos, en definitiva, con los dolores del alma. Cuando llegaba un coachee a una sesión, al paso, en muchas ocasiones se quejaban de algún síntoma o enfermedad. Digo al paso, pues eso no se mira como "materia del coaching". Me abrí a ese entendimiento haciéndolo parte de la mirada como coach pues eran los dolores mas evidentes, que no se podían dejar pasar.
Otro tema relevante que integré fue la mirada del género al coaching. Todos y todas tienen un género. Y cada género (hoy mas de 37), tienen su modo de mirar el mundo, de emocionar, de relacionarse, de trabajar. Yo venía desarrollando y trabajando en el liderazgo femenino, motivada por la vuelta a la democracia a partir del año 1989, desplegando las cualidades femeninas que venían siendo denostadas y minimizadas, siendo tan importante para el aporte a la comunidad y el país. En mi práctica como coach, la mirada de género está presente, y me parece fundamental en nuestro aprendizaje y en nuestra evolución como humanidad.
La cultura ha sido un tercer pilar de esta coach. Aprender a escuchar lo que no se dice estando a la base de todo lo que hacemos. También lo que sí se dice, en nuestro lenguaje, adjetivos, "verdades", creencias, juicios, hábitos, etc., y que se deja traslucir como "así soy yo", "así es la vida". Mi motivación nació cuando leía las guías de mis alumnos en la escuela de coaching, a la que pertenecía y veía palabras o frases que se repetían, como por ejemplo "lucha", "defiendo", "ataque",…. Y me preguntaba ¿Dónde o cómo aprendió esta persona a vivir desde ahí? Hoy el lente cultural se ve enriquecido y complejizando con los movimientos transculturales, fenómeno que no podemos dejar de mirar, haciéndose necesario develarlo y aprender de ellos.
Ser coach es entrar en un camino de aprendizaje continuo, de un apetito por ampliar la mirada para servir acompañando a personas, grupos y equipos en sus inquietudes, entendimientos del entorno y de sí mismos/as.
SERVIR es la palabra que nos identifica y nos enriquece.
¡Hago eco con la comunidad de coaches al celebrar este día!
María Pinto 6 de abril, 2022.